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El miércoles 11 de marzo del 2020 fue un día que cambió al mundo entero. El director general de la Organización Mundial de la Salud, Tedros Adhanom, declaró la enfermedad del coronavirus como una pandemia, lo que significó que el virus escaló el nivel de contagio a diferentes naciones. Con esta alerta, varios países empezaron a tomar medidas de restricción tales como el cierre de sus fronteras. Uno de esos países fue Costa Rica.

Pasar una crisis sanitaria mundial fuera de casa.

El 24 de febrero, la costarricense Valerie Díaz viajó a México para permanecer poco más de 3 semanas de visita en la Capital, sin imaginar que tiempo después, una crisis sanitaria de nivel mundial la mantendría fuera de casa por meses, lejos de su mamá, su hermano, sus abuelos y su vida que a lo largo de tres décadas ha formado en el país que la vio nacer.

En cambio, para Ana Núñez, Hector Ortiz y sus dos hijas pequeñas, una familia mexicana que a principio de año se mudó a vivir a Costa Rica, lo que en inicio fue un regreso breve a México para visitar a sus familiares, se convirtió en una estancia forzada en su país de nacimiento más no su hogar.

Ana y sus hijas llegaron desde el 19 de febrero y su esposo, tras interrumpir un viaje de negocios por temor a las restricciones aéreas, se reunió con ellas el 12 de marzo. Los cuatro juntos planeaban regresar a Costa Rica el 21 de ese mes, lo cual no sucedió.

Se cierran las fronteras.

Por medio del Decreto Ejecutivo N° 42238 – MGP- S, el gobierno anunció que a partir de las 0 horas del 19 de marzo y hasta nuevo aviso, Costa Rica cerraba sus fronteras, ocasionando la cancelación inmediata de miles de vuelos hacia nuestro país. Mientras tanto, para los ciudadanos costarricenses y residentes que se encontraban fuera, como Valerie, Ana y Hector, no les quedó más que esperar el reacomodo de sus vuelos y armarse de paciencia para estar fuera de casa más de lo planeado.

Fue hasta el primero de agosto que el gobierno tico reabrió las fronteras aéreas, para recibir a turistas provenientes de países “con situación controlada de transmisión del virus”. La Unión Europea, Reino Unido y Canadá, fueron los primeros autorizados para ingresar. Días más tarde, la lista se amplió con Australia, China, Japón, otras ciudades asiáticas y Uruguay como el único origen latinoamericano hasta ese momento.

El 25 de agosto, el Consulado General de Costa Rica en México en coordinación con Volaris, organizó los primeros vuelos humanitarios para regresar a ticos y residentes al país, no sin antes tener previa autorización de las autoridades costarricenses para cada vuelo.

Esta modalidad para repatriar connacionales, además de mantener un costo por tiquete de 200 dólares aproximadamente, solicitó una serie de requisitos con base en recomendaciones del Ministerio de Salud, que fueron cambiando conforme al desarrollo de la pandemia.
En la última actualización se anunciaron los siguientes:
-Llenar el formulario “Pase de Salud”
-Cumplir con aislamiento de 14 días.
-Haberse realizado dentro de las 48 horas anteriores a su salida, una prueba denominada PCR-RT de COVID-19 con resultado negativo.

Para el caso de los residentes, de igual manera deben llenar el Pase de Salud, cumplir con el aislamiento, presentar su Documento de Identidad Migratoria para Extranjeros (DIMEX) vigente, o con fecha de vencimiento posterior al 18 de diciembre de 2019 y tener al día el aseguramiento a la CCSS (Caja Costarricense de Seguro Social).

Desde julio que Valerie intentó volar nuevamente a Costa Rica por medio de Aeromexico en un vuelo comercial, en promedio dos veces por mes le fue cancelado. Cuando se enteró de los vuelos humanitarios, los gastos extra que no tenía contemplados de estancia, alimentación y otros servicios, la dejaron sin la posibilidad de adquirir otro boleto en ese momento.

A pesar de aplicar políticas de flexibilidad por cancelaciones relacionadas al COVID- 19, (como un voucher abierto, un reembolso o no cobrar la diferencia tarifaria bajo ciertas especificaciones), Aeromexico tomó en cuenta el mercado y las indicaciones de cada gobierno, para evaluar si aumentaba sus operaciones. Cabe destacar que la empresa no tenía permiso para realizar vuelos de repatriación.

“Desde el inicio de la pandemia hemos realizado ajustes importantes en nuestra operación, derivado de las restricciones implementadas por algunos países, así como la baja en la demanda de pasajeros.”
Gabriela Borges, Coordinadora de Relaciones Públicas Aeromexico.

Al ingresar a México como turista se otorga un permiso de 180 días el cual justifica la estancia.  Desafortunadamente a Valerie se le venció el 22 de agosto y para renovarlo debe pagar cerca de 390 dólares. Con su estatus migratorio vencido y sin permiso laboral, es imposible la búsqueda de un empleo temporal para generar ingresos. Fue con apoyo económico de familiares que pudo pagar su repatriación, programada para este fin de semana.

“Si la pandemia me hubiera tocado allá en Costa Rica, yo creo que me hubiera mudado con mis abuelos para ayudarlos. Me siento la peor nieta del mundo.” Valerie Díaz.

La soledad, la presión económica y la incertidumbre han afectado emocionalmente a Valerie, quien tras pasar más de seis meses atrapada en un país que no es el suyo, lo único que desea es volver a pisar suelo costarricense.

Las reglas cambian durante la emergencia.

Ana y Hector, al enterarse de las restricciones de ingreso a Costa Rica y quedar cancelado su regreso en varias ocasiones, decidieron entrar a la lista de espera para uno de los vuelos humanitarios. Pocos días antes de la fecha que tenían programada para volver en uno de ellos, fueron notificados que se agregaba como requisito presentar el DIMEX vigente.

Ellos llegaron a vivir a Costa Rica el 3 de enero de 2020 y en marzo, durante su estancia en México, fue aprobada su solicitud de residencia temporal, proceso que no han finalizado con el trámite de su DIMEX debido a que no han podido regresar al país. A pesar de que la Dirección General de Migración y Extranjería les concedió el estatus de residentes temporales, ante las políticas de repatriación son considerados como turistas por no contar con la credencial, sin importar que su casa, la escuela de su hija mayor, su trabajo, su seguro de gastos médicos y su vida familiar se encuentra en Costa Rica desde hace casi 10 meses.

Para el matrimonio Ortiz Nuñez, lo más difícil ha sido lidiar con la burocracia en los procesos. El agotamiento de meses de espera, la presión de los gastos y el ajuste al que nuevamente han tenido que adaptarse cuando ya empezaban a acomodarse en otro lugar, los invade de frustración y enojo. Además, la preocupación de que sus hijas o alguno de ellos se enferme y no cuenten con seguridad médica en México, es uno de sus mayores temores.

“Me siento triste y enojada. Es impresionante cómo la burocracia puede arruinarte la vida” Ana Núñez.

Después de siete meses varados en la capital mexicana, Hector, su esposa y las niñas, esperan un nuevo cambio en los requisitos de ingreso a Costa Rica para poder hacer uso de los vuelos humanitarios.

Al 11 de septiembre, el Consulado General de Costa Rica en México programó 6 vuelos de repatriación en diversas modalidades, con los que se logró el regreso de cerca de 650 costarricenses y residentes. Los vuelos más recientes, autorizados para repatriar, están programados para el 25 y 26 de septiembre a través de Copa Airlines y Volaris respectivamente. Los precios por asiento van desde los 109 hasta los 194 dólares.

El 24 de septiembre se anunció la reapertura con México (de manera efectiva el primero de octubre), lo que permitirá traer de vuelta a ticos y residentes, que por meses improvisaron una rutina lejos de su hogar, llena de restricciones y limitantes que no sólo afectaron sus planes, sino su vida entera.

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